sábado, 2 de julio de 2011

Un artista y dos hipótesis


Leía ayer que se estrena en España la última película de Mateo Gil, Blackthorn. La verdad es que tiene muy buena pinta; espero sólo encontrar el modo de verla en Milán. Porque uno de los peores defectos de esta ciudad es la dificultad de encontrar películas en versión original: sólo algunos cines las programan dos o tres días a la semana. Por supuesto los italianos dicen que ir al cine en V.O. no sólo es un insufrible rasgo de cultureta por mi parte, sino algo innecesario, dado que la escuela de dobladores italianos goza de renombre internacional. Ante esto sólo cabe replicar que lo mismo se dice en España sobre los dobladores españoles, e inferir que lo mismo dirán en Polonia sobre los dobladores polacos. Para mí, ver las películas dobladas en español tiene un pase, pero verlas en italiano es ya otro cantar: prueben a imaginarse a John Wayne diciendo maledetto traditore y sabrán de qué estoy hablando.

Curioseando entre los reportajes y las críticas descubro que está protagonizada por Sam Shepard quien, nos dicen, es "una leyenda", a la que por supuesto yo no conocía. Echando un vistazo a su biografía descubro que este señor, aparte de ser un actor de éxito consagrado, ha tocado con Dylan, ha ganado un Pulitzer y desde hace tres décadas comparte lecho con Jessica Lange, que tampoco es mala cosa. Así que decido leer la entrevista que le hacen en El Cultural, que empieza fuerte: "Vivimos una era apocalíptica, en todos los sentidos". Yo no sé cómo se ven las cosas desde las doradas colinas de California, pero la última vez que me asomé al mundo (ayer, en la metropolitana di Milano) no vi al personal demasiado temeroso ante lo que se avecina. La entrevista (es mucho decir) contiene perlas similares, como la de que "El mundo entero está con pánico. Ahora mismo Arizona está en llamas", ante lo cual sólo cabe aconsejar al señor Shepard que no se le ocurra veranear en Galicia. Y no puede faltar la frasecita de rigor sobre la crisis: "Creo que no puedes ser un artista honesto si no reaccionas ante lo que está ocurriendo, ante la crisis global, que no es sólo económica, sino sobre todo de carácter ético".

Sólo se me ocurren dos hipótesis que expliquen el desconcertante hecho de que un respetado y polifacético artista suelte frases que denotan una (digámoslo así) percepción de la realidad manifiestamente mejorable. La primera es una hipótesis artística, a saber: que sólo desde ese estado espiritual (que, quizás, deba ser cultivado por el propio artista, por ejemplo leyendo sólo las noticias de incendios en los periódicos) puede uno ir a un set de rodaje y poner cara de guerrero crepuscular sin que los presentes se partan de risa en tu cara. La segunda es una hipótesis cínica, por la cual el artista sabe que soltando frasecitas de este corte -que probablemente no se cree- logrará proyectar una imagen de sensibilidad ante la situación actual que resultará atractiva para esos potenciales espectadores (la mayoría de los que pueblan las salas de cine en V. O.) que consideran esa sensibilidad una condición indispensable para alcanzar un elevado nivel artístico.

Son estas hipótesis cuya veracidad podría determinar discutiéndolas directamente con uno de estos artistas. Lástima que estemos hablando un experimento irrealizable, porque el día que me presenten a un artista le estrecharé la mano y ambos nos volatilizaremos, dejando sólo energía, ante el asombro de los presentes.

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