lunes, 5 de septiembre de 2011

Apuntes de un viaje por tierra y aire

Hay pocos prodigios que no pierdan su capacidad de asombro al volverse rutinarios. Pero hay días en los que por algún motivo, la rutina baja la guardia y podemos asombrarnos de nuevo. Pienso en el espectacular paisaje que pueden formar las nubes vistas desde un avión. Esta mañana pude ver cómo formaban gigantescas montañas (a veces, invertidas), vertiginosas fosas y lo que parecían ser nevados fiordos. Otras veces, parecían escamas de un lagarto blanco, o espuma flotando en el agua: entre los intersticios se divisaban las construcciones humanas y parecían la obra de una insignificante y afanosa especie que viviera en el fondo del mar.

***

La lotería del viajero solitario que ve desfilar ante sí posibles candidatos para el asiento vacante a su lado, una modesta variante de la de Babilonia (que no me toque el calvo de la camisa de franela-que no me toque la monja rolliza-que no me toque el adolescente de camiseta chillona). Por la frecuencia con la que me toca compartir viaje con señoras parlanchinas que parecen salidas de una película de Almodóvar, podría pensar que está amañada. Pero fijándome bien noto que no es del todo aleatoria, que los viajeros parecemos agrupados por sexos. Me pregunto inútilmente si es algo intencionado, si algún gris programador añadió una línea de código al programa de asignación de asientos para evitar quién sabe qué.

***

Ver un aterdecer desde un tren en como ver varios atardeceres, pues desde el vagón vemos cómo el sol se oculta majestuosamente entre paisajes que se alternan: una belleza deslumbrante que va probándose distintas prendas para nosotros.

3 comentarios:

  1. Mola todo lo que se ve desde un avión. Tuve mucho tiempo, de fondo de pantalla, una foto de Los Alpes nevados. Ahora tengo a John Wayne.

    ResponderEliminar
  2. Tiene razón, y los Alpes son un espectáculo. Si todo va bien y logro hacerme con una ventanilla en el lado izquierdo del avión, estaré viéndolos en unas horas.

    Y ahora, gratis, un chiste malo (que guardárselos es malo): ¿Qué estado sobrevolaba cuando logró sacar una foto de John Wayne? ¡Qué vista la suya!

    ResponderEliminar
  3. Una vez rumbo a Italia precisamente, en un Virgin pilotado por una mujer, el avión recorrió un largo trecho entre las nubes, en medio de un corredor formado por una densa capa de nubes arriba y otra densa capa de nubes abajo. Una experiencia ligeramente inquietante. Cuando el corredor inferior se disipó, asomaron los Alpes nevados casi tan impresionantes como en la pantalla de Tse.

    (En cambio John Wayne no se mostró ese día).

    ResponderEliminar