sábado, 25 de junio de 2011

¿Los efectos de un sabotaje?

El gran Montano no puede evitar un exabrupto al ver lo que está pasando con Bildu y razón no le falta: la situación es descorazonadora, sí, pero son las reglas del juego y hay que aceptarlas. Luego matiza (por eso también es un grande) y nos manda al reflexivo artículo de hoy de Espada, uno de los mejores que se ha escrito sobre el tema. Bueno también fue el que escribió Savater, que probablemente debería leer su pupila Rosa Díez. Mientras Josepepe nos traducía un artículo que hablaba de la situación en Bélgica, en el que se explica que en la estrategia de ruptura de los flamencos, la educación jugó un papel fundamental. Y no puedo evitar preguntarme si los 276134 votos de Bildu no serán indicio de un sabotaje similar.

jueves, 23 de junio de 2011

El ejemplo del tendero

Estaba estos días dudando acerca de si escribir acerca de Lenna, una muchacha que me tiene de lo más absorbido últimamente, pero ya bastante trato tengo con ella como para traérmela al blog. Además, soy un tipo más bien egoísta, y prefiero poner por escrito una de mis dudas económicas con la esperanza de que algún sabio lector sepa indicarme cuál es la recta vía para salir de mis atolladeros intelectuales, tan inconvenientes en estos tiempos de tribulación que -sin duda- requieren actitudes más resueltas.

Hay muchas cosas que no entiendo de todo lo que está ocurriendo últimamente en la economía mundial, pero he notado que uno de los diagnósticos más comunes de nuestros males, según leo un día sí y otro también en las páginas de opinión de El País, es que "el gran problema de los mercados es que su poder no es democrático". El diagnóstico, así enunciado, parece intachable, porque más o menos existe cierto consenso en que la gestión democrática de los asuntos públicos es algo deseable.

Sin embargo, si uno rasca un poco se da cuenta de que el procedimiento democrático no siempre es el más adecuado, o mejor: que no siempre podemos funcionar democráticamente. Podríamos dar argumentos grandilocuentes y decir que si los muchachos que desembarcaron en Omaha se hubieran puesto a decidir democráticamente quién tenía que hacer de avanzadilla para tomar las ametralladoras alemanas, Hitler se habría muerto de viejo. O argumentos más de andar por casa, de corte práctico, como constatar las dificultades que causaría a un sufrido progenitor tener que decidir la hora de llegada a casa de sus hijos por un procedimiento mínimamente democrático. Pero prefiero dar argumentos manteniéndome en el plano económico y para ello, y por los dioses les pido que no me tomen por un émulo del insufrible Leopoldo Abadía, me centraría en un ejemplo microeconómico, como es nuestra relación con el tendero de la esquina.

El tendero de la esquina, en principio, tiene la capacidad de decidir si nos vende o no una lata de atún, y a qué precio hacerlo. Por supuesto, el precio que le da a sus latas puede parecernos mal, y podríamos modificar las reglas del juego de modo que fuera posible que nos juntáramos unos cuantos y le comunicáramos al tendero que hemos decidido que debe vendernos sus lata de atún a tal precio. Este procedimiento podría considerarse democrático, porque sin duda en él la voluntad de la mayoría ha salido triunfante. A corto plazo nos aseguraría latas de atún al precio deseado, pero a medio y largo plazo no sería de extrañar que las vocaciones tenderiles decrecieran, o que los tenderos prefieran ir a entornos más propicios para la venta de latas de atún, por no hablar de los propios productores de conservas, como el señor Calvo. Este ejemplo sencillo me hace pensar que unas reglas del juego estrictamente democráticas en economía pueden suponer a la larga un mal negocio.

Por supuesto no descarto no estar enterándome de nada, pero no doy para más. Será por eso que soy de los que le ve la gracia a ciertos artículos de El Mundo Today.

miércoles, 15 de junio de 2011

Veletas

Comentaba esta mañana con J. la sorprendente victoria de los Mavericks, y éste (siempre ecuánime, pese a su simpatía por el equipo de Dallas) me señalaba que le parecía excesiva la lluvia de críticas que le estaba cayendo encima a LeBron James. Y es que cuando el Big Three se puso por delante en la serie todo el mundo (incluido el que escribe) pronosticaba la victoria fácil de Miami y poco menos que una nueva era en la NBA bajo el cetro del King James. La muñeca de Nowitzki no sólo ha propiciado la remontada, sino que se inviertan los diagnósticos: leyendo la prensa deportiva estos días no cuesta encontrar quien defiende que el egocéntrico (no como Jordan, eh?) LeBron nunca ganará un anillo.

Esta historia me ha recordado a lo ocurrido recientemente con los indignados. Una de las cosas que me sorprendió en los inicios fue ver un "sondeo" que mostraba que casi todo el mundo apoyaba las reivindicaciones del movimiento, algo que se ha reflejado en algunas encuestas. Sin embargo, hoy que los indignados (perdón, algunos de los indignados) han empezado a fascistear (con escenas que recuerdan a las sufridas por Ciudadanos, pero a gran escala), la opinión pública ha dado muestras de su admirable flexibilidad y la gran mayoría parece creer que la policía debería intervenir en serio.

En fin, empecé hablando de baloncesto para acabar hablando de política.. qué diferencia con los tiempos en los que seguía la NBA de cerca, para luego comentar los partidos con J. Entonces se empezaba hablando de baloncesto, pero se acababa hablando de las cosas importantes de la vida...



martes, 14 de junio de 2011

Impresiones madrileñas

Indignados había unos cuantos, pero las terrazas estaban llenas, como siempre. Fue uno de esos fines de semana en la antesala del verano, en los que el sol pega con fuerza pero el asfalto y el cemento aún no se han recalentado: aún es posible percibir aquí y allá una brisa fresca, casi de montaña. Y si hay que ir a Sol, se va; "había que ir", me decían los amigos que se dejaron caer por allí. Muchos menos son los que fueron a montar el numerito en los ayuntamientos, obviamente no tiene nada que ver con el disciplinado revival mafioso que se está viviendo con Bildu (un motivo bien concreto para estar indignado). Pero aunque el movimiento parezca estar entrando ahora en hibernación, seguramente volverá: los motivos del cabreo no desaparecerán a corto plazo y, total, tampoco parece que tengan que decir mucho para que se les escuche. No hay más que ver el nivelazo de los gurús, que no van mucho más allá del truquillo retórico de meter, entre obviedad y obviedad, la morcillita ideológica (como enseña el maestro Chomsky), para ver que el éxito del movimiento no es directamente proporcional a la calidad de sus propuestas-que todavía estamos esperando. Éramos un montón, lo queríamos todo y no nos hicieron caso: he ahí un motivo para indignarse de nuevo cuantas veces sea necesario- a ser posible a la vuelta de vacaciones.

domingo, 5 de junio de 2011

Pasatiempos dominicales. Hoy: teología



Probablemente un ciudadano responsable debería consagrar un día como hoy a pensar en asuntos serios, como por ejemplo en lo que dice Carrillo en su artículo de EP de ayer. El ex-secretario general del PCE tiene desde luego un punto de vista formado sobre la coyuntura actual; podremos discutir si tiene razón o no, pero desde luego no podemos negar que se moja a la hora de señalar culpables y de pedir cambios. Su concreción se agradece especialmente cuando la comparamos con lo que nos encontramos en la galería de fotos y testimonios de "indignados" que publica hoy EP, que incluso hacen dudar sobre las intenciones de quien seleccionó el material..

Sin embargo es domingo, así que probablemente nos merezcamos pasar el día entreteniéndonos con algún pasatiempo menor como, por ejemplo, discutir una prueba de la no existencia de Dios. Hace poco hablaba de cómo Descartes necesitaba enlazar sólo un par de razonamientos para probar la existencia de ese ser omnipotente, omnipresente y omniscente (luego da otras cuatro pruebas, just in case). Pues bien, Escohotado nos cuenta en su libro (que sólo por sus anécdotas merece la lectura) que Mises daba un curioso argumento contra la existencia de un ser omnipotente. Transcribo la cita:

"¿Podría este ser omnipotante realizar algo inmune a su posterior interferencia? Si no pudiese variar esa obra dejaría de ser omnipotente, pero también dejaría de serlo si pudiese".

Ahora viene lo divertido: ponerse mentalmente por un momento en los hábitos de un agustiniano (o de Descartes, si prevén que tendrán un domingo movidito) y explicar que ésa es una prueba contra la existencia de un ser sólo omnipotente, pero que Dios es también omniscente, y cuesta imaginarse a un ser omniscente haciendo rectificaciones sobre la marcha...lo bueno de este inocuo (a estas alturas de la película) pasatiempo es que, a diferencia de los sudokus, es infinito. Y si tantos sabios le ha dedicado tantos esfuerzos, algún efecto saludable tendrá.