sábado, 1 de septiembre de 2012

El optimista y los pesimistas

Si hay una idea que ha cambiado  mi modo de pensar en los últimos años es la de que nunca, repito, nunca, la Humanidad ha vivido tan bien como hoy. Es más: el progreso de nuestra singular especie en los últimos siglos no tiene precedentes en la Historia. Por eso, no es extraño que cuando leí a Arcadi Espada (al que habremos de responsabilizar también de inocularme esta peligrosa idea en la cabeza) elogiar el libro de Matt Ridley "El Optimista Racional", donde se da forma a esta idea, supe que acabaría leyéndomelo. Han bastado un par de carambolas aeroportuarias para que lo haga.

En su libro, Ridley no sólo argumenta convincentemente que los seres humanos vivimos en el siglo XXI mejor que nunca, sino que se atreve a aventurar que en el siglo XXII viviremos aún mejor. Ridley, como yo, considera que esta constatación no debe llevarnos a una suerte de autocomplacencia panglossiana, sino todo lo contrario: debe movernos a identificar y promover todo aquello que ha contribuido a este indudable progreso y a eliminar los obstáculos que se le presentan (o por lo menos a intentar no crear otros nuevos). Para Ridley, el combustible de la fenomenal mejora en nuestras condiciones de vida es el intercambio de bienes y de ideas. Leyendo el libro, se nota que Ridley es un tipo que claramente desconfía del gobierno y por eso creo que se queda corto a la hora de valorar el papel jugado por las instituciones, sin las que ese intercambio quizás no sería tan fluido y seguro. En algunos momentos también creo que se pasa de optimista, por ejemplo sobrevalorando la capacidad de adaptación de los ecosistemas al cambio climático (que no niega) o cuando considera (acertadamente) que el uso de OGM podría aliviar la falta de alimentos en el mundo, y que su uso dejaría los ecosistemas intactos (habría que verlo). Pero sus tesis, en lo esencial, me parecen acertadas.

El lector será consciente de que las tesis de Ridley son hoy en día poco populares. Y esto no es ninguna novedad histórica: el pesimismo siempre ha tenido más gancho que el optimismo. En el libro, de hecho, se hace un divertido repaso a la lista de catastrofismos y pesimismos de los últimos siglos (de la lluvia ácida al fin de los combustibles fósiles), que los años se han encargado de desmentir. El repaso incluye a Orwell, cuya oscura visión del futuro de la Humanidad está plasmada en 1984. Pero me resulta llamativo que Ridley, que tan agudo es en su análisis de los factores que han contribuido al progreso humano, no haya sabido ver que quizás los pesimistas como Orwell indirectamente han jugado un papel importante. Porque ¿quién sabe si una obra como 1984, escrita desde el pesimismo, no contribuyó a que esa pesadilla totalitaria no se materializase? O más en general: ¿no serán necesarias unas gotas de pesimismo para que la formidable maquinaria del progreso avance? Ésa es posiblemente la crítica más profunda que se merece "El Optimista Racional", un libro por lo demás muy recomendable: que Matt Ridley quizás ha infravalorado la importancia de que nos ronde un Ágorer.




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