sábado, 10 de noviembre de 2012

Obama y las zonas de sombra


Al final ganó Obama, seguramente gracias a tanto ilustre endorsement, aunque hay quien sostiene que el que inclinó la balanza fue el mío (lanzado al Universo poco antes de entrar en mi apacible invierno tuitero). Podría decir que mi endorsement está basado en los logros del presidente demócrata en distintos campos, pero en realidad se debe fundamentalmente a uno: que Obama no sólo ha escrito varios libros, sino que ha conseguido que me lea uno de ellos, The Audacity of Hope. Recuerdo que lo compré en un aeropuerto de EEUU en 2009, cuando la obamamanía empezaba a declinar (yo, como siempre en la cresta de la ola). Lo leí en un santiamén, y esto es lo que dejé en mi diario de lecturas al respecto (ojo a lo campanudo que me pongo cuando me dirijo a mí mismo):

"...de esta obra autobiográfica emerge la figura de un hombre dispuesto a afrontar los problemas con honestidad, capaz de ver las debilidades de sus propios argumentos y la fortaleza de los que usan aquellos con los que  habitualmente discrepa, que tiene un inequívoco afán por basar sus decisiones en el sentido común (y en argumentos cuantitativos si es posible) porque entiende que éste es el único modo de afrontar los problemas de un mundo tan complejo como el nuestro. Un racionalista, vaya..."

¡Un racionalista en la Casa Blanca! No se trata sólo de que sea un hombre cultivado, como señala Arcadi (a quien le asoma por las costuras el socialdemócrata que lleva dentro cada vez que habla del amigo Barack Hussein): creo que uno puede saberse los clásicos grecolatinos al dedillo y sin embargo ser totalmente incapaz de mantener un debate medianamente racional sobre cualquier argumento. Del mismo modo (poniendo un ejemplo provinciano) uno puede saber un porrón de la Guerra Civil española, de la preguerra y de la posguerra  y al mismo tiempo ser incapaz de entender que se le pregunte a un aseado parlamentario izquierdista de una de las regiones más ricas de España por su apoyo a un posible proceso de secesión y no tanto por los recortes, cuando esa secesión necesariamente provocaría más recortes o cosas peores. Basta seguir de cerca a estos opinadores profesionales para convencerse de que la capacidad de argumentar siguiendo los principios de la Lógica, siendo coherente con las propias premisas y reconociendo que los propios razonamientos tienen zonas de sombra que nos obligan a considerar otros puntos de vista, no está tan extendida.  

Cómo se entrena esa capacidad, si es que puede entrenarse, no lo sé. Quizás el mejor entrenamiento es enfrentarse a opiniones inteligentes distintas a las nuestras, como sostiene el amigo Tsevanrabtan. En cualquier caso es una cualidad deseable, especialmente para alguien que debe tomar decisiones de las que dependen las vidas de millones de personas. Y yo, desde que leí The Audacity of Hope, creo que Obama sí la posee. Y creo que para convencerse de ello no hace falta leer su libro: basta escuchar alguno de sus discursos y notar que  siempre suelta algún mensaje que parece pillar con el paso cambiado a su audiencia. Ahí está implícito el valioso reconocimiento de que sus propias ideas son mejorables, de que en ellas existen zonas de sombra.

2 comentarios:

  1. Tiene mérito escribir sobre Obama a la salida de la contienda sin mencionar al oponente. Alandete sí lo menciona hoy en el EP y si es verdad lo que cuenta, que tardó una hora en admitir su derrota porque sólo había escrito el discurso de victoria, la racionalidad no parece ser su fuerte.

    http://elpais.com/internacional/2012/11/10/actualidad/1352563559_560927.html

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  2. Bueno, es lo que tienen las declaraciones de amor :-). Buena crónica la de Alandete, confirmando que la sección de EP sobre EEUU es de lo mejor que tienen: a Romney -que no es el peor republicano posible- creo que lo calaron bien algunos de los endorsers que cito. Pese a esta larga y ruidosa campaña creo que durará en nuestra memoria lo que Dukakis.

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