miércoles, 25 de marzo de 2015

La parca

Se cae un avión y Arcadi hace una descripción inmejorable de cómo funciona el resorte del kilómetro sentimental. En mi caso el kilómetro es tan sentimental como geográfico, porque he sobrevolado decenas de veces los Alpes en los últimos años. Al principio pedía la ventanilla en el lado que me permitía verlos, imponentes, a la derecha o a la izquierda dependiendo de si voy o vengo. Pero, como dije, no hay prodigio que no pierda capacidad de asombro al volverse rutinario, y últimamente sólo les lanzo una mirada distraída de vez en cuando. Lo que sí podría jurar ahora (trampas de la memoria) es que el imponente macizo encrespado siempre me provoca un pequeño estremecimiento. La próxima vez el estremecimiento será mayor. También sé que éste se irá diluyendo.

Curiosamente hace horas leía a Jesús Mosterín hablando de la Parca. Después supe que no tenía nada que ver, pero en mi ignorancia ("ho seguito una via serpeggiante, annusando qua e là, e costruendomi una cultura disordinata, lacunosa e saputella") leí el artículo y me pareció acertado describir a la huesuda como parca ... en palabras. Silenciosa, como lo es en sus representaciones cinematográficas. Llegando sigilosamente. O mejor, sin avisar, y entonces ya es tarde: basta un estruendo en clase turista, o unas células zombies que no se enteraron de que no fumabas. Después, la nada.

He escrito demasiado cuando probablemente hoy tocaba ser parco en palabras. Quizás sólo queda desearnos a todos la entereza (racional) con la que Mosterín (o Sachs) afrontará a la Parca.

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